La sociedad mexica (Aztecas) Intensificación.-

 Actividad 

1-Copia la estructura del cuadro

2- Imagina que eres un macehual.

Describe un día en la vida de un Macehual. Puedes hacerlo en primera persona o armar una narración o un cuento (puede haber una historia, un conflicto). Considera su situación social, las tareas que realizaba. ¿Cómo sería un día en su vida? ¿Cómo se sentiría frente a los privilegios de los Pilli? ¿Sentiría algún tipo de injusticia? ¿Tendría alguna esperanza en el futuro? ¿Qué pensaría del gobierno? ¿Cómo llegaría al final de un dia de trabajo?

Al establecerse en el Valle de México la sociedad mexica adoptó una estructura cada vez más jerarquizada conformado por nobles, guerreros, sacerdotes, artesanos y comerciantes. Por la disponibilidad de las fuentes, conocemos a mayor detalle la sociedad mexica en su fase imperial (1428-1519). En esta etapa se puede dividir en dos grandes grupos: el de los pipiltin (singular pilli) o nobles y el de los macehualtin (singular macehualli) o gente común. La posición social se definía por nacimiento y sólo en casos excepcionales un macehual podía escalar.

Los pipiltin realizaban tareas relacionadas con el gobierno, la justicia, la organización de la guerra y el culto religioso, y vivían de los productos que los macehuales y los pueblos sometidos tributaban al palacio y el tlatoani distribuía periódicamente. Los macehuales eran agricultores, pescadores, artesanos y trabajadores de otras especialidades, que se organizaban en calpulli.

Esta división social conocía ciertas excepciones, los artesanos y los mercaderes pochtecas no pagaban tributo con trabajo (pero sí en especie) y los últimos no tenían la obligación de ir a la guerra. Los pochteca, originarios de Tlatelolco, contaban con ritos, ceremonias y un código jurídico y económico propio. Gracias a su presencia en todo el imperio actuaban en muchas ocasiones como embajadores, diplomáticos o incluso espías. También los yaoteca o guerreros jaguar y águila gozaban en tiempos pacíficos de una situación de privilegio: “bailaban, bebían cacao, disfrutaban de la compañía de cortesanas; si algunos de estos guerreros llegaban a viejos, se dedicaban a instruir a los jóvenes en las escuelas.”

En la base de la pirámide social se encontraban los campesinos no libres o mayeques quienes trabajaban las tierras de los nobles y dependían directamente del tlatoani, los cargadores o tlamemes, los esclavos o tlacohtli y los cautivos de guerra o mamaltin

La esclavitud no fue de importancia económica en Mesoamérica y entre los mexicas se distinguían los esclavos dedicados a cargar agua y leña por un lado y los esclavos para sacrificios por otro. Estos últimos se adquirían en el mercado de Azcapotzalco y los primeros llegaban a tener esta condición social por deudas o por alguna ofensa.

Formar parte de una comunidad era importante porque vivir fuera de ella era muy complejo: “Las populosas ciudades del Posclásico dieron cobijo a vagabundos, delincuentes y malandrines de diversa índole. En principio, todos los individuos estaban sujetos y protegidos por la comunidad a la que pertenecían, pero cuando un individuo llegaba a desprenderse de su comunidad, era imposible que se insertara en otra; no le quedaba más recurso que la vagancia. Y tal cosa podía ocurrir cuando un adolescente decidía escapar de la casa paterna, cuando alguien que había cometido un delito decidía huir de la ciudad para evadir a la justicia o incluso cuando una comunidad o una ciudad le aplicaba la pena del destierro a uno de sus miembros por alguna falta grave. Así surgieron, al parecer, los cargadores del mercado o tamemes (de tlamama, el que carga), los mendigos, las prostitutas, los ladrones y salteadores de caminos de que nos hablan las fuentes. Algunas descripciones nos presentan de modo bastante dramático a individuos andrajosos, desmelenados y llenos de raspones, que se tambalean en las calles, mal dormidos o borrachos, en el límite de la humanidad; deambulando nocturnos en las plazas de mercado, en busca de los desperdicios dejados por los tratantes.” (Escalante Gonzalbo, P. (2008). En Nueva Historia Mínima de México Ilustrada. 97-104.)

“La propiedad de bienes muebles e inmuebles estaba rígidamente reglamentada y se basaba sobretodo en el estrato social del individuo y en la distinción que en la guerra tuviese. Una persona, aunque su situación económica se lo permitiera, no podía poseer determinados bienes si estos no correspondían a su estrato social. Había diferencias en las cualidades de los adornos, en la indumentaria, en los utensilios caseros y aún en el corte y la disposición del cabello, según fuera la fama de la persona o del sector social al que pertenecía.

Por lo que respecta a los bienes inmuebles -con excepción de la tierra- se seguían los mismos lineamientos de posesión y uso que para los muebles. Por ejemplo, como señalan Durán y Alvarado Tezozómoc, no se podía tener casas con almenados altos, ni con techos puntiagudos, ni con miradores elevados, a no ser que sus propietarios fuesen de notoria valentía guerrera.”

“La legislación fortalecía las diferencias de clase y contribuía a consolidar el prestigio y el poder de la nobleza. Los nobles usaban vestidos y joyas que estaban prohibidos para el resto de la gente. Aun en el supuesto de que pudiera comprarla en el mercado, un macehual no podía utilizar una joya de jade, y si lo hacía podía sufrir la pena de muerte. El vestido de los nobles era de algodón, y no de fibra áspera como el de la gente del pueblo; las casas de los nobles eran más ricas, más altas y mejor decoradas; los nobles podían tener muchas esposas, pero los macehuales no. Los nobles dormían en cómodos lechos provistos de colchones de pluma, almohadones, sábanas de algodón y pieles de venado. Los macehuales vivían muy austeramente.”

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